Tijeras, unas tiras de cartón negro, papel de calcar, alambre, plomo, una cámara, bombillas y una placa de vidrio le servían a
Charlotte Reiniger (1899-1981) para fabricar sus
películas de animación con siluetas. La receta se completaba con el ingrediente básico.
"Paciencia, mucha paciencia", como repetía constantemente la que fuera
musa de la vanguardia alemana en los años 20.
La exposición 'El
arte de las tijeras de Lotte Reiniger', que se instalará en la
Capilla del Oidor durante la celebración de
ALCINE, rescata la figura de esta directora germana, al tiempo que reivindica su contribución a un
estilo precursor del cine de animación. Pionera en la utilización de las siluetas y sombras chinescas, formó tándem con su marido,
Carl Koch.
Colaboró con artistas de la talla de
Bertolt Brecht y
Paul Wegener, al que consideraba su maestro. Una recomendación suya le permitió acceder al
Instituto de Innovaciones Culturales de Berlín, donde tomó contacto con el cine de animación experimental. Allí rodó su primera película de siluetas en 1919 (
'El ornamento del corazón enamorado') y conoció a Koch, con el que colaboraría en el resto de sus trabajos.
El ascenso al poder del Partido Nazi cortó su desarrollo. Reiniger y Koch tomaron la decisión de
emigrar, saltando de país en país de 1933 a 1939. Tuvieron que regresar y pasar la
Segunda Guerra Mundial en Berlín. Finalmente, a partir de 1949 se instalaron en Londres y fundaron
Primrose Records.
Goethe Institut
La muestra, cedida por el
Goethe Institut, incluye originales de sus principales películas, entre las que destaca
'Las aventuras del príncipe Achmed', rodada en 1926 y considerado el largometraje de animación más antiguo que se conserva. Otros de sus trabajos relevantes fueron
'Don Quijote' (1932) o, ya en la parte final de su trayectoria,
'Aucassin and Nicolette' (1976).
Reiniger demuestra con lo expuesto y con sus
pinceladas biográficas que fue una
adelantada a su tiempo. Se anticipó técnicamente a Walt Disney y supo forjar un estilo propio al margen de modas y tendencias. Una vida recortando siluetas de papel negro, porque, como afirmó Jean Renoir,
"Lotte Reiniger nació con manos mágicas".